Cuando ya no se puede caer mas bajo.

HAbia manejado sin control pero sin problemas hasta Port Angels, queria irme buscar una salida pero era demasiado tarde, las cosas estaban mal y no sabia que hacer, hasta mi propia hija me habia dicho mal padre ¿que tan bajo se puede caer? Pues yo seguia cayendo y no tocaba fondo. Sali del auto azotando la puerta, y camine por la calle con las manos en los bolsillos.

Era de noche y no habia mucha gente fuera, llegue a un callejon y vi una figura al final de el. Al parecer un borracho pues no se podia sostener en pie. Su delicioso aroma me llego hasta lo mas ondo de mi ser, habia perdido mucha sangre mientras lloraba, tenia sed y el picor de la garganta llegaba a un limite que hacia mucho no permitia. Mire como se desplomaba en el suelo.

Camine asegurandome de que no hubiera nadie mas en el camino. No era un borracho, era solo un chico de unos 19 años y no estaba borracho. El olor de sangre era mas fuerte. Me acerque a el y vi que estaba sangrando, por eso me picaba tanto la garganta. Mas no se movia en lo absoluto, aguantando la respiracion me acerque a verlo, ya no habia nada que hacer, el chico habia muerto. Movi su mano y vi que cubria una gran herida en el cuello, como de un cuchillo. Seguramente en una pelea le habia tocado la peor parte.

Me tome un segundo para compadecerlo y el olor a sangre caliente latio con mas fuerza que antes, no pude resistirme y mis labios se fueron a la herida, succionando lentamente la sangre calientita en el cuerpo muerto del chico. Un minuto mas tarde mi conciencia me habia dicho lo que habia hecho, el cuerpo vacio del chico en el suelo, la sangre goteando de mis labios. Tenia que salir de ahi, me limpie con la manga de la camisa y regrese a mi auto conduciendo de regreso a casa.